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La Clave Para la Iluminación

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La Clave Para la Iluminació n La clave para la iluminación del ser humano está en la relación entre los tres niveles de manifestación de la vida en cada ciclo. Sin embargo, no es suficiente tener conocimiento de la existencia de esos tres niveles para que le sean concedidos la sabiduría y el poder de manifestar la ley, pues ese poder y esa sabiduría provienen del contacto con su núcleo, que está más allá de esa triple manifestación de la cual es raíz. Existe un principio que une a las partículas materiales y a la vida intangible. Ese principio, que permite la coexistencia de los mundos, debe ser encontrado por el ser humano para que, conociéndolo, pueda colaborar inteligentemente en la gran obra de la Creación. Es importante, pues, que un fervor inextinguible mueva al ser a buscarlo. Cada superación lo prepara para vivir pruebas más sutiles.

La Impersonalidad

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La Impersonalidad Muchos hechos del mundo interior se revelan a los seres humanos a medida que su consciencia va siendo impregnada por la impersonalidad. La impersonalidad comienza a surgir a partir del contacto con el yo superior, sin embargo, se expresa plenamente sólo cuando las energías monádicas pasan a fluir libremente en los cuerpos. Por lo tanto, no se puede alcanzar la impersonalidad por medio del esfuerzo humano; ella es fruto de la entrega del individuo al Regente*, a lo más elevado que existe en el interior de su propio ser. Se puede, no obstante, preparar el terreno para recibir tan preciosa semilla, que desde los mundos sublimes desciende a la vida material. Esa preparación se hace a través del desapego a lo que es conocido, de la renuncia a las tendencias del ego, de la búsqueda de la esencia única de la vida, presente en todo y en todos. Aquel que en los planos externos manifiesta impersonalidad, no es quien trata a los demás indiferentemente; al co

La Impasibilidad

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La Impasibilidad A medida que el contacto con la propia Mónada y con las Jerarquías va profundizándose y tornándose más consciente, se hace apremiante la necesidad de que el individuo supere ciertos límites – impuestos por el ritmo normal de funcionamiento de los cuerpos terrestres – y de que finalmente viva, en el mundo tridimensional, como un Hijo del Cosmos, portador de la Llama y de la Luz de las estrellas. En esta etapa, la capacidad de mantenerse completamente impasible ante lo que sea no sólo es algo deseable sino también un requisito. Sin la cualidad de la impasibilidad incorporada y vivida en las pruebas del mundo material, el ser no puede atravesar el umbral de la consciencia humana e ingresar de manera definitiva en los sublimes portales del Conocimiento Cósmico. Sólo cuando las energías de nuestros cuerpos estén totalmente elevadas, sublimadas y liberadas es que podremos llegar a ese estado, en el cual nada nos puede alterar. Pero el proceso que nos

Conocimiento Superior

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Conocimiento Superior Él ya conoce. Al manipular lo que es aceptado por él, se desplaza de una comparación a otra y en incesante actividad deductiva, pierde las semillas de la verdadera realidad. El conocimiento superior no puede ser explicado. Como el agua pura que brota de las rocas, se origina en profundos manantiales; y como el viento que penetra por las rendijas de una ventana, surge en la consciencia y toma al hombre por sorpresa.  No avisa su llegada, tampoco se despide al partir. Insólito viajero, jamás se sabe cuándo retornará. Podréis reconocer su aproximación, podréis dejarle abierta la entrada. Sin embargo, será él quien marcará el momento de la llegada y, sin nada avisar, partirá nuevamente, hasta que un día os lleve consigo y en las alturas cósmicas habitéis su morada.

La Fe

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La Fe La Fe es un elemento vibratorio inherente a vuestras células y debe ser despertado y dinamizado en vuestro mundo tridimensional. Pertenece a un nivel de sutilización mayor al que os encontráis ahora y es la fe, la que permite que ocurra la transmutación celular. E s un elemento luminoso sutil, proyección de energías suprafísicas, que promueve la relación entre la vibración material y la inmaterial. Esto es importante para la transmutación de los centros inferiores y de los componentes cerebrales que, en los individuos rescatables, tienen sus energías elevadas. Las células del cerebro deben despertar en sí mismas la Fe, pues sólo así podrán captar y transmitir a las demás –a través de la red nerviosa física y sutil– el espíritu y la fuerza de la trascendencia.