Espiritualidad
Espiritualidad
Podemos definir la Espiritualidad como el grado de adaptación de una persona o grupo sobre el conjunto de Creencias, Pensamientos, Conceptos, Ideas, Ritos y Actitudes de naturaleza Mística, que se materializan en una Sociedad.
La Espiritualidad es para los que quieren alcanzar la Ascensión Espiritual sin Dogmas.
El
término espiritualidad (del latín spiritus, espíritu), depende de la doctrina,
escuela filosófica o ideología que la trate, así como del contexto en que se
utilice.
En un sentido amplio, significa la condición de espiritual. En este sentido, y referido a una persona, se refiere a una disposición principalmente moral, psíquica o cultural, que posee quien tiende a investigar y desarrollar las características de su espíritu, es decir, un conjunto de creencias y actitudes características de la vida espiritual. Esta decisión implica habitualmente la intención de experimentar estados especiales de bienestar, como la salvación o la liberación. Se relaciona asimismo con la práctica de la virtud.
Alma, Espíritu y Espiritualidad
Espíritu
es un concepto que alude a una fuerza no perceptible por los habituales 5
sentidos. En la antigüedad se asociaba a la fuerza que el aire pudiera ejercer
sobre las velas de un barco. También al aliento motivador que permite acometer
tareas en un estado de ánimo de felicidad.
El
Espíritu que alienta nace de la integración de la información en un cerebro con
capacidades de pensamiento. Las últimas especulaciones formales sobre
conciencia humana (Stuart Hameroff y Roger Penrose) tratan de explicar cómo la
conciencia no solo es una propiedad que emerge, tal como lo hace una llama de
fuego en un mechero, por la propiedades que conforman al ser humano; sino que
además, tal como le sucede a la llama, el medio ha de favorecer su encendido.
Así, si el medio lo favorece, una conciencia sana fomentará una espiritualidad
que al ser humano le aliente en su propia capacidad para pensar y para tener
animación, emergiendo la capacidad de autodominio. Los animales y las plantas
tienen alma ánima, pero no son capaces de auto dominar su espíritu.
Esto
establece la principal diferencia entre Alma y Espíritu: El Alma es el
recipiente (como el barco a vela mencionado antes) que hace visible los efectos
del espíritu (aliento motivador), y la Espiritualidad es lo que hace
imprevisible el rumbo que tomará dicho elemento (excepto si se conocen los
datos internos de 'navegación'). La principal diferencia con el resto de la
fauna, es que el hombre es la única especie capaz de cuestionarse si lo que le
motiva es beneficioso, no solo para él mismo, sino para su sociedad, tanto en
tiempo presente como en tiempo futuro, y si hay hechos pasados que así le
permitan ser positivo.
La
Espiritualidad está basada en la Transpersonalización del Ego, reconociendo que
la energía que aliente nuestra naturaleza, procede de un sistema basal, dando
soporte a la creencia de la existencia de un Espíritu o aliento superior del
cual depende nuestro ego.
La
gran incógnita que representa para el ser humano el entender como dominar el
pensamiento del hombre y así condicionar las expresiones del alma a voluntad,
dio origen a la conceptualización de un espíritu o aliento que trasciende al
ego, y por lo tanto en jerarquía, que da soporte al ego y la voluntad. Una
especie de hommo dei.
La
persona capaz de armonizar alma y espíritu se encuentra más cerca de Dios y es
capaz de trascender lo que entendemos comúnmente por humano. Eso no lo hace
superior a los demás, sólo lo prepara para servir a los demás como instrumento
de una voluntad superior.
Desde
la antigüedad, se ha necesitado siempre la figura tutelar de un padre guía que,
tal como los padres reales, diese la sensación de estar acogidos para poder
descargar de responsabilidad a la voluntad, admitir que hay asuntos que hemos
de permitir que acontezcan más allá de nuestra voluntad y que esos hechos no
son malos, dado que ese 'padre' que lo domina no desea nada malo a sus
criaturas. De esa forma se supera el miedo que la presencia divina puede
generar en un primer momento a nuestro espíritu, figurativamente, hay que
dejarse caer de espaldas. De esa forma se asumen las consecuencias y se
integran dentro de la actividad como algo ineludible.
La
necesidad de organizar el conocimiento dio como resultado una estructura, que
con el tiempo se dividió en ciencia y religión, siendo esta última forma la que
el hombre encontró para estructurar la espiritualidad de los pueblos de acuerdo
a sus creencias históricas dándoles nombre y atribuciones o poderes a las
diferentes deidades y creando conceptos y mensajes que dichos Espíritus
Superiores desean comunicar a los humanos. Solo algunos iniciados o personas
que han tenido un amplio avance racional y filosófico tienen la capacidad de
comunicarse con dichos entes superiores.
La
concepción contemporánea, fruto de la nueva cosmología, dice: el espíritu posee
la misma antigüedad que el universo. Antes de estar en nosotros está en el
cosmos. Espíritu es la capacidad de inter-relación que todas las cosas guardan
entre sí. Forma urdimbres relacionales cada vez más complejas, generando
unidades siempre más altas. Cuando los dos primeros topquarks comenzaron a
relacionarse y a formar un campo relacional, allí estaba naciendo el espíritu.
El universo está lleno de espíritu porque es reactivo, panrelacional y
auto-organizativo. En cierto grado, todos los seres participan del espíritu. La
diferencia entre el espíritu de la montaña y el del ser humano no es de
principio sino de grado. El principio funciona en ambos, pero de forma
diferente.
La
singularidad del espíritu humano es ser reflexivo y autoconsciente. Por el
espíritu nos sentimos insertados en el Todo a partir de una parte que es el
cuerpo animado y, por eso, portador de la mente. En el nivel reflejo, espíritu
significa subjetividad que se abre al otro, se comunica y así se auto
trasciende, gestando una comunión abierta, hasta con la suprema Alteridad. Si
espíritu es relación y vida, su opuesto no es materia y cuerpo, sino muerte y
ausencia de relación. Pertenece también al espíritu el deseo de encapsularse y
rechazar la comunicación con el otro. Pero nunca lo consigue totalmente porque
vivir es forzosamente con-vivir. Aun negándose, no puede dejar de estar
conectado y de conectarse.
Esta
comprensión nos hace conscientes del vínculo que liga y religa todas las cosas.
Todo está envuelto en el inmenso proceso complejísimo de la evolución,
atravesado en todas las etapas por el espíritu que emerge, cada vez, bajo
formas diferentes, inconsciente en unas y consciente en otras.
En
esta acepción, espiritualidad es toda actitud y actividad que favorece la
relación, la vida, la comunión, la subjetividad y la trascendencia rumbo a
horizontes cada vez más abiertos. Al final, espiritualidad no es pensar en Dios
sino sentir a Dios como el Vínculo que pasa a través de todos los seres,
interconectándolos y constituyéndonos, a nosotros y al cosmos.
Andres C Gonzalez Hernandez
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